El informe del 5 de abril fue el primero en los EE. UU. Notificaba 18 casos graves y 3 muertes en el estado de Kansas. Más de seiscientos cincuenta mil decesos se registraron desde esa primavera, en 1918, hasta el año siguiente, y al menos cincuenta millones de personas fallecieron en el resto del mundo. Había aparecido un nuevo tipo de gripe.
“Fue la pandemia de mayor gravedad en la historia reciente”, recuerdan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los EE. UU (CDC). Y bajo el lema “No olvidamos. Nos preparamos”, en 2018 renuevan el compromiso de “hacerle frente a la constante amenaza”. Sus esfuerzos, como los de numerosos organismos, han avanzado en estrategias de prevención y tratamiento –en 1918, no había vacunas antigripales ni antibióticos contra las infecciones asociadas a la gripe, como la neumonía–. Pero, como también advierten, “los virus de la gripe pandémica y estacional siguen siendo un reto para la salud pública”, ya que mutan de modo constante. Precisamente, el hemisferio norte viene de pasar la temporada de gripe más intensa desde 2009. En alerta, los países del hemisferio sur, entre ellos, la Argentina, iniciaron, como cada otoño, sus campañas anuales.
“El virus A (H3N2) sufrió pequeñas mutaciones luego de formulada la vacuna para el hemisferio norte, por lo que esta tuvo una cobertura menor que la esperada”, explica Hebe Vázquez, médica infectóloga de STAMBOULIAN. Año a año, la vacuna se elabora teniendo en cuenta los virus que circularon durante la última temporada de gripe en el hemisferio correspondiente. Es decir, la formulación de la vacuna se actualiza de manera anual para que proteja mejor contra los virus circulantes. Pero estos pueden variar. “Por suerte, a raíz de lo sucedido entre 2017 y principios de 2018, hubo tiempo de modificar la vacuna para el hemisferio sur, y esperamos que haya una mejor correspondencia con los virus que circulen en nuestra región”, destaca Vázquez.
Actualmente, existe en el mundo una “familia” de vacunas antigripales; pero, en la Argentina, solo se aplican las inactivadas. Para producirlas, el virus se modifica mediante procesos de laboratorio con el fin de que, sin riesgo de causar la enfermedad, induzca al organismo a generar anticuerpos. La vacuna inactivada protege contra tres tipos de virus de la gripe: A (H1N1), A (H3N2) y B. Cada uno de ellos puede tener pequeñas variaciones de temporada a temporada. Tras el lanzamiento en el país, en junio de 2018, comienza a estar disponible la vacuna cuadrivalente, que amplía la protección contra un segundo tipo de virus B. Es posible que en 2019 reemplace la vacuna trivalente, al menos, en el ámbito privado.
La necesidad de recibir la vacuna todos los años no solo se debe a que su formulación se actualiza para garantizar la mejor cobertura. “Las defensas que se adquieren gracias a la vacunación solo duran de seis a doce meses –agrega Vázquez–. Para prevenir el contagio de gripe, lo ideal es vacunarse cada temporada, preferentemente, en otoño. Pero, incluso, durante el invierno si uno no lo hizo antes, ya que el virus puede continuar circulando hasta septiembre”. También detalla que los anticuerpos contra el virus se producen entre 10 y 14 días después de la inmunización.
Excepto los menores de 6 meses, cualquiera que desee protegerse contra la gripe puede recibir la vacuna en el sector privado, pero es fundamental que se vacunen quienes tienen más riesgo de sufrir las complicaciones de la enfermedad (recuadro). Para ellos, la vacunación es gratuita en el ámbito público. Además, se aconseja inmunizarse a quienes conviven con personas susceptibles de contraer la infección.
La gripe es muy contagiosa y puede transmitirse por varias vías. Una de las más frecuentes es de persona a persona, por contacto directo, cuando las secreciones respiratorias que el enfermo expulsa al toser, hablar o estornudar entran en contacto con las mucosas de la boca y de la nariz de un individuo susceptible, o con sus conjuntivas.
La transmisión puede ocurrir también de manera indirecta, por contacto de las manos con superficies y objetos contaminados con las secreciones de un enfermo. Como el virus de la gripe resiste entre 24 y 48 horas en las superficies no porosas; entre 8 y 12 horas sobre telas, tejidos y papel, y hasta 2 horas en las manos, las medidas de higiene y desinfección también resultan cruciales para prevenir el contagio:
Las personas con gripe tienen riesgo de contraer neumonía por neumococo. Esta bacteria, Streptococcus pneumoniae, causa neumonía, así como otitis, meningitis y septicemia (infección de la sangre). Se transmite de persona a persona por medio de las secreciones respiratorias que los infectados expulsan al toser, hablar o estornudar. “Es uno de los principales motivos de hospitalización y, en el mundo, ocasiona alrededor de dos millones de muertes anuales”, puntualiza Vázquez.
Estos grupos son los más propensos a enfermarse:
Actualmente, existen dos vacunas contra la neumonía por neumococo: la polisacárida (PPSV23) y la conjugada 13-valente (PCV13). Pueden aplicarse en cualquier época del año y junto con otras vacunas, como la antigripal, pero en distinto brazo. Para la mayoría de los grupos, la vacunación es gratuita. “Ambas son seguras y efectivas”, afirma Vázquez. Según explica, se aplican tanto en el sector público como privado, en un un esquema combinado que varía según el tipo de huésped. “Se recomienda consultar con un médico para que defina el mejor esquema para cada persona”, concluye la infectóloga.
La mayor parte de las personas suele tener episodios leves de gripe y no necesita un tratamiento para recuperarse por completo. Sin embargo, para otras, el riesgo de sufrir una infección grave o con complicaciones que pueden llegar a causar la muerte es elevado. En el país, la vacunación es gratuita y obligatoria para proteger a estos grupos más susceptibles:
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