Los mosquitos son los más eficientes transmisores de enfermedades de todo el reino animal. Existen unas tres mil quinientas especies del insecto en el mundo, entre las que se incluyen algunos muy temidos, por ejemplo, los Anopheles, que diseminan la malaria. Pero ninguno exhibe la versatilidad del Aedes aegypti, el principal vector de virus epidémicos como los que causan dengue, zika y fiebre chikunguña. Y al que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido como una “amenaza tenaz y oportunista”.
Originario de África, el mosquito se ha expandido en las últimas décadas a regiones tropicales, subtropicales y templadas de cinco continentes. Los recientes brotes de dengue, infección por virus del Zika y fiebre chikunguña encendieron el alerta en la Argentina y la región. “En nuestro país, las zonas endémicas son las del norte, sobre todo, Misiones, Formosa y Chaco, por su proximidad con Paraguay y Brasil”, destaca Lilián Testón, coordinadora del Departamento de Epidemiología de STAMBOULIAN. Sin embargo, desde mediados de la década del noventa, también se ha registrado la circulación del mosquito en el área metropolitana de Buenos Aires; y hoy las únicas provincias sin registros de su presencia son las patagónicas, excepto La Pampa.
El mosquito deposita sus huevos, preferentemente, en agua limpia, dentro de contenedores artificiales, como floreros, baldes o bidones. En general, se encuentra dentro de los hogares –sobre todo, en zonas urbanas y semiurbanas–, aunque puede volar entre 100 y 400 metros de su lugar de origen. «Las lluvias multiplican los espacios donde se reproducen y lavan los productos con los que se fumiga. Aun así, se han registrado brotes en zonas de sequía, ya que la necesidad de acumular agua proporciona condiciones favorables para que prolifere el insecto vector», advierte Pablo Elmassian, médico infectólogo de STAMBOULIAN.
Las hembras del mosquito son las que pican, y lo más habitual es que lo hagan durante las primeras horas del amanecer y las últimas del atardecer. Aunque en el hemisferio sur la mayoría de los casos de enfermedades transmitidas por Aedes aegypti se han dado durante los primeros meses del calendario, hay que tener en cuenta que los huevos de este insecto sobreviven y resisten el frío, por lo que pueden eclosionar cuando vuelve el calor.
La principal estrategia para hacerles frente a los mosquitos consiste, entonces, en controlar su actividad y prevenir las picaduras. La recomendación básica es evitar los criaderos en las viviendas y en sus zonas aledañas. Para esto, se deben tapar los depósitos de agua y eliminar los envases que puedan acumularla. Además, es fundamental que las personas que viven o viajan a regiones con circulación activa del mosquito adopten las siguientes precauciones adicionales:
Como suele ocurrir con otras infecciones, los individuos más vulnerables al dengue, al zika y a la fiebre chikunguña son los recién nacidos, los niños, los adultos mayores, las embarazadas y las personas con enfermedades crónicas, como diabetes, insuficiencia renal, y quienes tienen condiciones o hacen tratamientos que reducen las defensas. Ninguna de estas enfermedades tiene un tratamiento antiviral específico, sino que, previa consulta médica, se indican medidas generales para aliviar los síntomas: reposo, hidratación y paracetamol (pero no aspirina, ibuprofeno ni otros antiinflamatorios). Y, si bien comparten estas características y las transmite el mismo vector, existen otros aspectos que distinguen a estas infecciones desde sus orígenes.
En 1801, la infanta María Luisa de España contrajo dengue y lo describió en una carta como “el resfriado de moda”. En efecto, las primeras epidemias reconocidas datan de fines del siglo XVIII, pero su expansión global es más reciente: de acuerdo con la OMS, la incidencia de casos creció 30 veces en los últimos 50 años; y se estima que, anualmente, ocurren hasta 400 millones de nuevas infecciones. Es endémico en 100 países y amenaza a la mitad de la población del planeta.
En la Argentina, durante las primeras 22 semanas de 2016, se notificaron 73.905 casos con sospecha de dengue, lo que supera en un 45,79% a los registrados durante el mismo período de 2009, cuando ocurrió la anterior epidemia. En esta temporada, los brotes de dengue se anticiparon: por las vacaciones de verano, fundamentalmente, aumentó el flujo de viajeros desde y hacia zonas con circulación viral del país y de países limítrofes (en especial, Brasil, Paraguay y Bolivia). Y esto favoreció una mayor circulación del virus en nuestro territorio nacional. También contribuyeron el aumento de la temperatura y de las precipitaciones como consecuencia de El Niño, y las inundaciones que este fenómeno ocasionó en las provincias del Litoral.
El dengue suele cursar con fiebre alta, dolor de cabeza y dolor articular. “La mayoría de los casos son leves, pero deben ser controlados”, enfatiza Testón. Por lo menos cada 48 horas –agrega– se debe hacer un hemograma porque permite la detección temprana de quién puede desarrollar una fase más severa o dengue grave, antes llamado «dengue hemorrágico».
Luego de una extensa investigación, se logró desarrollar la primera vacuna específica contra el dengue, que se administra en tres dosis durante un año. México fue el primer país en aprobar su uso para personas de 9 a 45 años. Ahora también se comercializa en varios países de América Latina y en Filipinas. Por el momento, no ha sido aprobada por los organismos regulatorios nacionales ni está disponible en la Argentina.
“La vacunación nos brinda una herramienta adicional en la lucha contra el dengue”, subraya Elmassian. Y agrega: “Para las formas clásicas de dengue, tiene una eficacia del 60%. Pero para las formas graves, que requieren internación y pueden poner en riesgo la vida de los pacientes, la eficacia aumenta al 80%. En las personas que tuvieron dengue previamente la vacuna brinda una protección aún mayor”. Un grupo asesor de la OMS recomendó en abril que los países con circulación endémica del virus consideren incluirla en los planes oficiales de inmunización.
Hace casi setenta años, en 1947, un grupo de científicos aisló un nuevo virus que infectaba a monos. Lo bautizaron «virus del Zika», por el nombre del bosque tropical donde lo encontraron, a 23 kilómetros de la capital de Uganda, Kampala. Y en 1952 se reconocieron los primeros casos de infección en humanos en ese país y en Tanzania.
Sin embargo, el virus del Zika nunca había motivado mayores preocupaciones de las autoridades sanitarias. Se lo consideraba benigno y de circulación restringida en una estrecha franja ecuatorial de África y Asia. Hasta 2007, solo se habían registrado 14 casos de la infección documentados en humanos, todos ellos con síntomas leves y recuperación completa.
Pero ese año y en 2013, se desataron brotes en islas del Pacífico. Y en mayo de 2015, Brasil confirmó la circulación local del virus y miles de afectados. Apenas un año después, 39 países y territorios de las Américas ya habían reportado casos autóctonos de la infección. Hasta mediados de mayo de 2016, se habían contabilizaron 19 casos de transmisión en territorio argentino, 18 de ellos en la provincia de Tucumán.
“La infección por virus del Zika produce síntomas similares a los del dengue, aunque se agrega, en algunos casos, una conjuntivitis no purulenta”, indica Testón, quien añade que solo uno de cada cuatro o cinco infectados presenta manifestaciones clínicas.
En febrero de 2016, la OMS declaró a la infección una Emergencia de Salud Pública Internacional, con base en la dinámica de la expansión del virus y en las fuertes sospechas –luego ratificadas– de que se asocia con dos complicaciones severas: la microcefalia congénita (cráneo de tamaño menor del normal en los recién nacidos cuando la madre contrae la enfermedad durante el embarazo) y el síndrome de Guillain-Barré, una alteración neurológica autoinmune que produce debilidad de los miembros y parálisis temporaria.
Por el riesgo que implica la exposición al virus durante el embarazo y porque, a diferencia de los otros virus, el del Zika se transmite por vía sexual, además de las medidas de protección contra el mosquito, existen precauciones adicionales que las mujeres en edad reproductiva y sus parejas deben conversar con el médico (ver recuadro).
‘Hombre que se dobla’ es el significado de chikungunya en idioma makonde, hablado en el sureste de Tanzania y en el norte de Mozambique. El término ahora designa a una infección viral que, además de síntomas como fiebre alta y cefaleas, produce fuertes dolores en las articulaciones y lleva a los enfermos a adoptar una postura encorvada.
“Son artralgias que le impiden al paciente hacer actividades cotidianas tan simples como vestirse”, explica Testón. Es más frecuente que afecte a los tobillos, a las muñecas y a las articulaciones pequeñas de la mano, aunque también puede involucrar a las rodillas, a los hombros y a la columna vertebral. Por lo general, la aflicción e incapacidad ceden por completo en hasta tres semanas, pero hasta 3 de 10 pacientes pueden tener secuelas a largo plazo. También puede haber manifestaciones atípicas, entre ellas, encefalitis, miocarditis o inflamación de la membrana que recubre los pulmones.
El virus, como el del Zika, fue descripto por primera vez en África (Tanzania), en 1952, y durante décadas solo produjo brotes epidémicos aislados. Desde 2000, la infección se extendió a millones de personas en Asia, África y Oceanía. Ingresó a las Américas a fines de 2013 y, desde entonces, se han registrado casos autóctonos en casi todos los países de la región. En la Argentina, durante 2016, se estudiaron casi tres mil pacientes y se confirmaron 127 casos autóctonos en Salta y Jujuy, así como 73 casos importados (la mayoría con antecedentes de viajes a Paraguay, Brasil o Bolivia).
Luego de unas dos décadas de investigación, en 2015 se introdujo en el mercado la primera vacuna contra el dengue, que protege contra los cuatro tipos del virus que tienen importancia médica (todos ellos circulan en las Américas y, en algunas regiones, simultáneamente). Y otras cinco candidatas están en ensayos clínicos. Se estudian, además, más de veinte posibles inmunizaciones contra la fiebre chikunguña. En 2016, un consorcio internacional, del que forma parte una empresa farmacéutica argentina, se sumó al esfuerzo por desarrollar una vacuna contra el virus del Zika.
Según se anunció, Sinergium Biotech y Protein Sciences Corporation, de los EE. UU., unieron fuerzas para desarrollar variantes de una proteína de la envoltura externa del agente viral, lo que podría inducir al sistema inmune para bloquear la replicación del patógeno. La iniciativa, en la cual también participa la Fundación Mundo Sano, de Buenos Aires, aspira a iniciar las fases preclínicas de investigación a fines de año, aunque el producto, si todo marcha bien, recién estaría disponible hacia 2019. Por lo menos otras 17 compañías y agencias en el mundo están detrás del mismo objetivo, que incluye el desarrollo de vacunas basadas en virus inactivados y atenuados.
• Las personas de ambos sexos que hayan viajado a zonas de brotes y no presenten síntomas deben esperar al menos dos meses para buscar un embarazo.
• Se aconseja, en la medida de lo posible, que las embarazadas no viajen a zonas con circulación activa del virus.
• Si sus parejas viven en regiones afectadas o viajan a ellas, para evitar la transmisión del virus por vía sexual, deben asegurarse de mantener prácticas sexuales seguras –mediante el uso de preservativo– durante todo el embarazo.
• Las mujeres que contrajeron la infección deberán esperar al menos dos meses desde el comienzo de los síntomas para quedar embarazadas. Durante ese tiempo, se les aconseja usar métodos de anticoncepción efectivos.
• Precauciones similares deben adoptar los hombres afectados, quienes tienen que mantener relaciones sexuales protegidas durante los dos meses posteriores a los síntomas y esperar hasta seis meses para buscar un embarazo junto con sus parejas.
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