Es una enfermedad viral muy común en la infancia, que provoca la hinchazón de las glándulas salivales (parótidas). Suele darse con mayor frecuencia hacia el final del invierno y en primavera.
De persona a persona a través de las secreciones respiratorias que los pacientes infectados expulsan al toser, hablar o estornudar. También, por contacto con superficies u objetos contaminados.
El período de incubación oscila entre 16 y 18 días, pero puede extenderse hasta 26 días. El contagio se produce de 2 a 7 días antes de que comience la inflamación de las parótidas y hasta 9 días después. Los síntomas más comunes son: malestar general, fiebre baja al principio -que puede llegar a los 40° C durante el transcurso de la enfermedad-, dolor de cabeza, abdominal, molestia al masticar o tragar y agrandamiento de las glándulas salivales. No obstante, en el 30% de los casos transcurre sin síntomas.
Si bien usualmente la parotiditis es una enfermedad viral leve, puede causar, con poca frecuencia, inflamación del cerebro, nervios y médula espinal, dejando secuelas como la sordera neurosensorial, entre otras. También puede dar complicaciones, sobre todo en adolescentes y adultos, como inflamación de los testículos (orquitis) que puede provocar atrofia del mismo o inflamación de los ovarios y pancreatitis. Contraer parotiditis durante las primeras 12 semanas de embarazo está asociado a una incidencia de un 25% de abortos espontáneos.