Es una infección respiratoria aguda, generalmente benigna, causada por el virus de la influenza.
El virus se transmite entre personas a través de las secreciones respiratorias que los pacientes infectados expulsan al toser, hablar o estornudar.
Se manifiesta con fiebre alta, tos seca, dolor de cabeza, dolores musculares, articulares y decaimiento. Estos síntomas tardan de 1 a 4 días en aparecer (período en que también se transmite la infección) y pueden durar hasta 2 semanas.
La mejor medida de prevención y la más importante, desde fines de la década del 40, es la inmunización a través de la vacuna antigripal. Su importancia radica especialmente en la posibilidad de prevenir complicaciones (neumonía, bronquitis, sinusitis), que empeoren enfermedades crónicas (insuficiencia cardíaca, asma, diabetes), así como la mortalidad asociada.
Las cepas del virus que contiene la vacuna se modifican cada año para incluir los virus circulantes en esa temporada, además las defensas adquiridas mediante esta vacuna sólo son útiles por un año. Por todo esto, se recomienda la revacunación anual durante los meses de otoño e invierno. La protección se obtiene aproximadamente a los 10 días de aplicada la vacuna, y persiste durante un año.