Revista Reflexiones

De la resistencia a los antibióticos y el zika a la telemedicina, el Congreso Mundial de Profesionales de la Salud Armenios convocó en Buenos Aires a medio millar de participantes.

Mis padres vinieron de Armenia en 1925, y yo mismo visito ese país todos los años desde 1998. Nunca perdí las raíces. Por eso, fue un sueño hecho realidad organizar y presidir, en Buenos Aires, la primera edición en Sudamérica del Congreso Mundial de Profesionales de la Salud Armenios (#12AMWC). El encuentro se celebró por primera vez en Beirut (Líbano), en 1974, y desde entonces se replicó aproximadamente cada cuatro años en Italia, Francia, Canadá y varias ciudades de los EE. UU. Y aunque el objetivo principal del congreso es promover el intercambio de conocimientos y experiencias, la actualización y el debate sobre los desafíos que enfrenta la atención de la salud en Armenia y Nagorno Karabaj (Artsakh), la jerarquía de los disertantes, la naturaleza del temario y la participación de más de quinientos especialistas de todo el mundo lo transformaron en un evento plural dirigido a los que quieran actualizarse en temas de salud.

Actualmente, la diáspora cobija a más de la mitad de los armenios. Pero eso tan solo quiere decir que las venas de esta nación se desparraman por todo el mundo; trabajan en conjunto para que los latidos sean cada vez más fuertes. Esta conferencia reflejó la unión entre los distintos países y generaciones, ya que fue un auténtico encuentro donde se compartieron las últimas novedades de todos los espectros del campo de la medicina.

El repaso de algunos de los tópicos abordados da cuenta de ese espíritu. El médico oncólogo Sarkis Anac, subjefe del departamento médico de una base militar estadounidense en Nueva York que cuenta con 30.000 efectivos, sostuvo que las guerras y los desastres naturales crean nuevos problemas médicos y sociales que merecen ser estudiados. Junto con la doctora Isabel Cassetti, de FUNCEI, disertamos sobre la realidad y los desafíos del control de la epidemia de VIH en Armenia (país que certificó la eliminación de la transmisión vertical) y la Argentina. La pediatra, infectóloga y epidemióloga Alicia Demirjian, del Reino Unido, alertó sobre el fenómeno de la resistencia a los antibióticos y propuso estrategias para limitar su impacto. El infectólogo argentino Pablo Elmassian, secretario del congreso, expuso sobre nuevas herramientas en desarrollo para actuar sobre enfermedades transmitidas por vectores, que incluyen la epidemia de zika en más de setenta países. Y el profesor Robert Istepanian, del Instituto para la Innovación en la Salud Global del Imperial College de Londres, anticipó la próxima generación de sistemas inteligentes para la salud móvil (m-health), por ejemplo sensores para el monitoreo a distancia de parámetros clínicos de los pacientes y dispositivos para el diagnóstico remoto. El programa también contempló sesiones sobre novedades en cáncer, atención odontológica y farmacéutica en la comunidad, epidemiología de los trastornos mentales e intervencionismo fetal, entre otras temáticas.

“Algo muy importante de los congresos como este es el networking. Dan lugar a una retroalimentación permanente entre lo que pasa en Armenia y Artsakh, y la diáspora. Unen a la gente para que intercambien opiniones y, a partir de ahí, puedan enriquecerse y plantear nuevos objetivos que salgan de una simple conversación”, comentó Ana Sagrian, presidente del Fondo Armenia de la Argentina. El congreso fue armado como una obra de teatro, como una buena película. Y el resultado superó todas nuestras expectativas. No hay pasión más importante que compartir los conocimientos. Y todo es posible si tenemos un sueño y podemos seguirlo.